Borrosas Penumbras Imaginarias

El cuarto derruido, construido solo por tablas apolilladas y carcomidas por el tiempo destructor. Humedas, tablas secas por el calor. Afuera, el sol golpea con ira brutal, pero no lo he visto, yo estoy dentro de esa pieza derruida y mal trecha que solo deja entrar los rayos mas atrevidos de ese sol...
Estoy en medio, en el justo centro de la habitacion y nada me acompaña -debo estar loco- sólo en ese espacio de tres por tres. Cayendo sobre mi cabeza un rayo de sol que se atreve más que los demás, es grueso y potente, ilumina casi toda la pieza de madera -debo tener un ojo abierto-. subo mi vista y me encandila, toda la habitación luce borrosa penumbrosa y opaca.
a mi espalda se levanta una puerta tímida -estoy perdiendo el control- gris y maltrecha no parece ser muy fuerte, es debil y no tiene mas que un pestillo enorme de hierro oxidado. Pero el delicado sonido del silecio se interrumpe y las sombras de fuera comienzan a crecer tornando ese desierto, que pecibo y no veo, en un mar de lamentos oscuros. Me desespero y sé que el miedo me llena de espasmos... los golpes furiosos en esa puerta calmada la tornan lúgubre y no hago más que obsevarla mientras comienzan las sombras a asomarse por las rendijas. Los golpes son cada vez más fuertes y cada vez más consecutivos, como el tronar de mi corazón. se que esa puerta no aguantará mucho -pierdo el juicio si supiro enorme-.
Pero pierdo la mirada en la puerta y la encuentro mirando el techo, hacia la luz sobre mi cabeza y logro encandilarme otra vez. asi que doy un paso atras y mientras mi atencion se centra en esa luz fastuosa, los golpes en la puerta, aunque resuenan más fuertes casi ni los oigo..., y solo pecibo la luz que entra por el techo...
el delicado sonido de la soledad vuelve a posarse en mis oidos y mis ojos ya no piensan.
pero cuando la tranquilidad se posa tersa, desde esa luz en el techo cae lentamente una moneda dorada, una moneda que cae girando sobre su eje, parece una moneda grande y valiosa que refulge mientras se baña con la soleada luz y creo que la acaricia suavemente... en eso poso mi mano bajo ella, esperando que caiga sobre mi mano y observandola mientras cae sutilmente por ese chorro de luz... ya casi llega a mi mano y la espero con ansias, con hambre de deseo. Pero el sonido vuelve brusco y atonta mis oidos doy vuelta y la puerta está abierta de par en par y las sombras ya entran despiadadas y sin compasion y comienzan a bañar el dintel destruido...
nunca alcance a tomar la moneda...
desperte en gritos furiosos con el sudor mojando el colchón inmundo.